La Plata no solo es conocida por su historia, su arquitectura y sus figuras deportivas: también es la capital nacional del alcaucil, una planta que, pese a su bajo perfil, sostiene un entramado productivo que abarca desde el mercado gastronómico hasta la industria farmacéutica y de bebidas alcohólicas. Detrás de marcas populares como Hepatalgina y el clásico aperitivo Cynar existe un negocio que se alimenta del extracto obtenido de sus hojas y que mueve millones cada año.
Originario de Etiopía y Egipto, el alcaucil —o alcachofa— se expandió por el Mediterráneo y llegó a la Argentina de la mano de inmigrantes italianos en la década del ’40, que arribaron a La Plata con ejemplares en sus valijas para continuar con el oficio familiar. Hoy, la ciudad concentra más de la mitad de las 1.700 hectáreas cultivadas en el país. Mendoza, San Juan, Rosario y Mar del Plata también registran producción, aunque en menor escala.
De los campos italianos al corazón productivo argentino
Desde su llegada, el alcaucil se convirtió en un símbolo local: en 1994 los productores se organizaron bajo la marca colectiva Alcachofas Platenses y en 2016 lograron el sello de Indicación Geográfica, que garantiza la calidad y el origen del producto.
Si bien el 90% del consumo nacional se realiza en fresco —simplemente cocido y servido con aceite, sal o escabeche— existe un mercado industrializado que crece año tras año. El extracto de alcaucil se utiliza en bebidas, medicamentos y productos cosméticos debido a sus propiedades digestivas y hepatoprotectoras, vinculadas a la sustancia denominada cinarina, que estimula el hígado y facilita la digestión.
Hepatalgina: un recorrido empresarial que atraviesa el mundo
Dentro de la industria farmacéutica, la marca más reconocida es Hepatalgina, que genera ventas estimadas en 140 millones de pesos anuales. Su historia empresarial incluye múltiples traspasos que reflejan la dinámica del sector.
Creada en los años ’50 por Laboratorios Liprandi, fue adquirida en 1968 por el grupo alemán BYK (Altana Pharma), que fabricaba en Pilar hasta trasladarse a Brasil en 2002. Luego pasó a manos de la noruega Nycomed en 2007, que se fusionó con la japonesa Takeda en 2011. Tras varias operaciones globales y ventas de activos, la marca terminó siendo adquirida por el laboratorio argentino Elea Fénix, actual propietario.
A lo largo de estos años, la producción local fue tercerizada en plantas como la de Laboratorios Richmond, antes de consolidarse nuevamente bajo gestión nacional. Además de Hepatalgina, otras marcas utilizaron el extracto de alcaucil para hepatoprotectores, como Chofitol, Hepachofa o Bahuepat.
Cynar, el histórico aperitivo nacido del alcaucil
Aunque para muchos pueda sorprender, también el famoso aperitivo Cynar —popular en bares, restaurantes y reuniones familiares— tiene como base el extracto de alcaucil. Su origen se remonta a fines de los años ’40, cuando el italiano Ángelo Dalle Molle, conocido por su vida bohemia y su espíritu innovador, desarrolló una bebida compuesta por alcauciles y hierbas con supuestas propiedades afrodisíacas. Tras cuatro años de trabajo, el producto fue lanzado oficialmente en 1952.
En 1976 la marca fue vendida a la firma neerlandesa Bols, y en 1995 pasó a manos del Grupo Campari, que desde 2012 produce Cynar en una planta ubicada en Capilla del Señor, provincia de Buenos Aires.
Un cultivo que combina tradición, innovación y mercado
El negocio del alcaucil argentino, particularmente el platense, se sostiene en una combinación de tradición familiar, demanda gastronómica y una creciente industrialización que involucra a sectores muy distintos entre sí. Desde aperitivos internacionales hasta medicamentos que prometen aliviar la digestión, pasando por cosmética y extractos naturales, el alcaucil se transformó en una pieza clave de varias cadenas productivas.
Con un mercado en expansión y una identidad regional que se fortaleció en las últimas décadas, La Plata reafirma cada temporada su título de capital nacional del alcaucil, un cultivo humilde pero capaz de mover millones y protagonizar historias que atraviesan continentes, industrias y generaciones.
Redacción: Diario Inclusión.










