Quién no escuchó alguna vez la publicidad de las joyas Ricciardi de la boca de Mirtha Legrand. La compañía en un momento fue la joyería top de Buenos Aires. Por ejemplo, hicieron los bastones presidenciales durante más de 50 años, tuvieron como clientes a Henry Ford, Frank Sinatra, el rey de España. Sin embargo, en los 90 empezó una serie de problemas y una crisis que la llevó a la caída total.
Y las publicidades que se mantienen al día de hoy en la tele, son el principal eje del juicio por la marca.
Orígenes de la empresa
Don Luis Ricciardi nació en Italia en 1901 y de chiquito se vino con su madre a la Argentina. Cuando tenía 13 años empezó como aprendiz de joyero hasta que pudo tener su propio local. La primera joyería Ricciardi estuvo en la calle Cerrito, al lado del Jockey Club, pero después cuando fue creciendo se mudó a uno mucho más grande también sobre la calle Cerrito pero casi esquina Corrientes.
En esos años la marca estuvo muy cerca de la política. También era la joyería favorita de Evita Perón, que tenía varias de sus piezas. Pero el emprendimiento de los Ricciardi dio su gran salto en 1959. Ese año inauguraron su local sobre la calle Florida en la planta baja del Hotel Marriott Plaza. Ahí se alojaban todas las estrellas que venían al país, desde cantantes, políticos, de todo. Eso es lo que le dio acceso a la aristocracia local. Igual la empresa ya era grande, pues en los 50 Ricciardi tenía más de 40 empleados y más de 50 talleres externos que trabajaban para ellos.
Recién en 1965 la familia constituye la sociedad Joyería Ricciardi S.A. con Luis y sus hijos Uber y Nelly Ricciardi como socios. No solo se dedicaban a la fabricación y venta de joyas, relojes y alhajas. También hacían premios, como por ejemplo la pelota dorada para el futbolista del año que ganó el Pato Figuiol en 1977.
De a poco Uber se fue haciendo cargo del negocio de su padre que murió en 1986. Y al mismo tiempo le pasaron cosas insólitas, porque por ejemplo ganó la lotería.
En el ambiente Ricciardi era considerada una de las joyerías más importantes de Buenos Aires e incluso sus colegas decían que Don Luis era uno de los joyeros más relevantes de la región. Sin embargo, a partir de los 90 pasaron varias cosas que afectaron a la compañía.
En 1997 el apellido de la familia estuvo en todos los diarios por el asesinato del nieto de Uber. El coronel Norberto González le disparó a José Luis Ricciardi porque según lo que se difundió, lo confundió con un ladrón y resultó que este señor era el abuelastro del chico, que tenía solo 15 años. A González le dieron 4 años y medio de cárcel por homicidio doloso y salió en libertad en 1999.
Otro hecho fue la condena a Uber Ricciardi en 1998 por deber la cuota alimentaria de su hijo. La justicia en los 80 ordenó rematar varias propiedades de Uber para poder pagar la deuda. Sin embargo, él aseguraba que vivía, en la indigencia económica. Aseguraba que era un simple empleado y que ya no era el dueño de la empresa. Lo cierto es que le había transferido la compañía a su actual esposa y a dos sociedades offshore en Uruguay y
Panamá.
A principios de 2000 decían que la inseguridad había afectado las ventas, que habían caído más del 60% y que el impuesto a los bienes suntuarios,también habían hecho muchos más caras las joyas. Por eso en enero de 2002 decían que iban a dejar su espacio en Florida porque no habían llegado a un acuerdo por el alquiler con el hotel Marriott Plaza. La empresa se mudó a otro local sobre Alvear y San Martín, pero no duró mucho. En 2003 le remataron este inmueble por una hipoteca, en 2005 entró en concurso y al otro año se declaró en quiebra.
Sin embargo, en 2008 Ricciardi reapareció. ¿Y saben dónde? Sí, en los almuerzos de Mirta Legrand. Muchos en la
industria se sorprendieron por lo rápido que había revivido la empresa. Porque aparentemente la marca tenía un vínculo de años como sponsor de la señora. Acá es donde entra la parte interesante de todo el conflicto. Y es que la marca Ricciardi no había estado incluida en la quiebra de la empresa. Simplemente la dejaron de usar y el registro en el INPI se venció en 2005.
Entonces apareció un señor de nombre Jeffrey Alberto Benzadón que fue y registró Ricciardi a su nombre. En 2007 empezó a usarla en Rosario y al otro año tomó escala nacional con Mirta como cara de la marca. El golpe de gracia fue cuando José Luis, uno de los hijos de Uber Ricciardi, quiso abrir una joyería con su nombre pero Benzadón le mandó una carta documento. Ahí es que decidieron que algo tenían que hacer. En 2010 Uber y sus cinco hijos demandaron a Benzadón en la justicia civil y comercial para que deje de usar su apellido como marca. Uber formó parte del juicio hasta 2012 cuando falleció pero sus herederos siguieron con el reclamo.
Por un lado los Ricciardi buscaban la nulidad de ese registro de marca. Decían que Benzadón lo había hecho para aprovecharse del prestigio del nombre y así confundir a la gente. El argumento era que Benzadón engañaba a los clientes y que Ricciardi no era una marca sino que hacía referencia a una persona en particular. Y que este señor no había pedido autorización para hacerlo.
Del otro lado la defensa de Benzadón decía que la historia no era tan así. Su explicación era que la marca nunca había pertenecido a la familia Ricciardi sino que pertenecía a una sociedad que quebró. Que él había registrado la marca porque pasó a dominio público porque se venció en el INPI. Su argumento era que en el mundo hay un montón de marcas que son apellidos y que no pertenecen a la familia fundadora. Y por último cerró con que Ricciardi no tenía buen prestigio porque cuando quebró dejó un montón de problemas y un montón de deudas.
La unidad de información financiera venía pidiéndole información a Ricciardi pero no recibía nada. En septiembre de 2010 fueron al local a revisar y no los dejaron pasar. No solo eso, sino que Benzadón decía que no era el dueño y como propietario figuraba un jubilado de nombre Osvaldo Flores. Esto pasó a la justicia y en febrero de 2011 el juez Ariel Lijo ordenó un allanamiento de Ricciardi para investigarla por posible lavado, evasión y no estar ni registrada en la FIP. Además descubrieron que Ricciardi no era la única joyería que tenía este hombre. Porque en el INPI figuraba como dueño de joyería Paul Baker, que tenía un local justo enfrente de Ricciardi, y
también de Stark, que estaba a una cuadra nomás sobre Avenida Alvear. Incluso después la AFIP le pidió a Mirtha Legrand y a Gerardo Sofovich que brinden información sobre su vínculo con Ricciardi y Paul Baker para toda esta investigación.
Al mismo tiempo en los allanamientos apareció otro nombre de un tal Juan Carlos Álvarez, que aparentemente es el cuñado de Benzadón. Y quizás a los hinchas de Rosario Central les suene también. Porque aparentemente Álvarez, que era un monotributista de la categoría más baja, en 2006 le prestó 1.300.000 dólares al club durante la presidencia de Pablo Escarabino.
En 2020 la justicia en primera instancia falló a favor de la familia. En septiembre de 2021 el abogado de los cinco Ricciardi le informó a la justicia que habían llegado a un acuerdo. Ellos desistieron de la acción original y el demandado se hizo cargo de todos los costos del juicio. O sea, un acuerdo extrajudicial del que no se sabe ningún detalle. Así que hoy Ricciardi y las otras joyerías de este nuevo dueño siguen por ahí, en pie. Incluso la
marca apareció en varias notas, porque por ejemplo fabricó el Martín Fierro de Brillantes que le dieron a Susana Jiménez en 2022 y también el premio de oro de la final del Bailando en 2024.