Hoy en día, Johnnie Walker es reconocida mundialmente como una de las marcas de whisky más importantes y famosas del mundo. Su historia es la máxima expresión de pasión y determinación. Desde una pequeña granja cerca de Kilmarnock, Escocia, John Walker y su hijo Alexander transformaron su humilde y pequeño negocio de whisky en el éxito mundial que conocemos hoy.
Todo inició en 1819, cuando John, que entonces tenía 15 años, decidió utilizar el dinero de su herencia para comprar una pequeña tienda de comestibles en Kilmarnock. Desde muy joven, John tenía una excelente mente para los negocios: comenzó a fabricar y vender whisky mezclado para venderlo a sus clientes, lo que resultó ser muy popular.
El gusto y la pasión de John, fueron la combinación perfecta para que este lograra sabores excepcionales en la mezcla de la bebida, iniciando con la marca Johnnie Walker y brindando una bebida de calidad y a la altura de los grandes paladares.
En 1837, John y su esposa Elizabeth tuvieron un hijo, Alexander. Cuando llegó a la adolescencia, Alexander comenzó a trabajar en el negocio familiar.
John, si bien era un visionario, siempre mantuvo un pequeño negocio y cuando murió en 1857, fue su hijo, Alexander, quien siguió el emprendimiento y lo hizo crecer. La Revolución Industrial y la apertura del ferrocarril le abrieron la oportunidad al heredero de hacer conocidos sus productos en el mundo y él supo que tenía que aprovechar esta situación. Fue así que en 1867 lanzó el primer blend comercial de Johnnie Walker «Old Highland Whisky» y consiguió que los capitanes de barcos y agentes comerciales lo distribuyeran en varios países.
Alexander Walker fue el cerebro detrás de dos elementos distintivos de la marca hoy. Por un lado, empezó a vender su whisky en una botella cuadrada. Esto reducía la posibilidad de que la misma se rompiera durante al viaje, además de aumentar la capacidad de envío. Asimismo, le sumó una etiqueta con un pequeño detalle. En lugar de ubicarse recta optó por colocarla con una inclinación de 20 grados por dos motivos: resaltar del resto y así aprovechar la superficie de la botella y poder agrandar las letras del nombre.
Por otro lado, durante el mandato del heredero también surgió su icónico logo The Striding Man. Fue creado por el ilustrador Tom Brown quien lo dibujó en una servilleta durante un almuerzo. John Walker, el almacenero, se transformó en el dandy Johnnie Walker, su nuevo alter ego.
En 1925 la marca pasó a formar parte de Distillers Company, la cual fue adquirida por la cervecera Guinness en 1986. Finalmente en 1997 el holding se fusionó con Grand Metropolitan y se reconvirtió a Diageo, quien hoy tiene a Johnnie Walker en su portfolio de bebidas.