Garbarino fue por muchos años, la principal empresa de venta de electrodomésticos y artículos electrónicos del país, sin embargo, todo lo que sube tiene que bajar, por lo que pasó de tener más de 240 sucursales en todo el territorio llegando a emplear a 4.500 personas y contar con el 25% de la participación de mercado en su rubro a una profunda crisis económica.
Según cuenta el periodista Javier Ledesma, la compañía fue fundada en 1951, por la familia que le dio su nombre, y en un principio se dedicó a la venta de discos de pasta y combinados. Su primer local estuvo ubicado en la calle Uruguay al 552, en la Capital Federal.
La expansión de la firma comenzó luego de unos años, cuando abrió nuevas oficinas y establecimientos en la Ciudad de Buenos Aires, después de que introdujera dentro de su catálogo de productos las nuevas tecnologías que surgían en aquella época.
De hecho, una de sus principales fortalezas que lo llevaron a convertirse en un referente del sector fue justamente la capacidad de adaptarse (e incluso anticiparse) a las demandas de los consumidores: por ejemplo, cuando implementó la venta por teléfonoo, más cerca en el tiempo, por Internet.
Garbarino incrementó su tasa de expansión abriendo cinco sucursales en 1996 y ocho más en 1997. También en 1997 inauguró un nuevo edificio de oficinas, donde se establecieron las dependencias de la administración central. Un año después, en 1998 y en pleno uno a uno, inauguró seis nuevas sucursales, «ampliando la base de clientes y aprovechando mejor los costos fijos». De esta manera, Garbarino pasaba de una simple empresa a una cadena de venta de electrodomésticos y artículos para el hogar.
«La compañía ha demostrado su liderazgo e innovación introduciendo nuevos conceptos como la venta telefónica por catálogo en 1995 y la venta por Internet en 1999», señalaron desde la firma a sus posibles inversores en 2012 cuando lanzaron uno de sus tantos fideicomisos de oferta pública integrado por cuentas por cobrar.
Después de la crisis de fines del 2001, a partir del último cuatrimestre de 2002, sus ventas tuvieron un «significativo crecimiento», impulsadas por «la gradual satisfacción de la demanda retrasada y también por condiciones favorables que surgían de acuerdos entre bancos y cadenas comerciales».
A partir del 2005, decidió invertir en un proyecto industrial en la provincia deTierra del Fuego, desde donde produce equipos de aires acondicionados, televisores y microondas, entre otros artículos. Un punto clave en su historia fue aprovechar los beneficios del programa de sustitución de importaciones que llevaba adelante el Gobierno de aquel entonces.
La demanda de nuevos productos tecnológicos, como los DVD, los home theater, los televisores LCD, reproductores de MP4, refrigeradores «no frost» y netbooks, entre otros, impulsaron una nueva expansión para la cadena. Así, entre los años 2007 y 2012 abrió 35 nuevas sucursales. Era una época de crecimiento económico en el país, con un gobierno que impulsaba el consumo interno como una de sus principales banderas.
Uno de los puntos altos de Garbarino, sin dudas, fue el año 2011, cuando lanzó la megacampaña «Volver al Futuro», desarrollada por Leo Burnett. La producción incluyó la participación del mítico personaje «Doc Brown», interpretado por el actor Christopher Lloyd. En ese entonces, aseguraron que se trataba de la campaña de marketing más ambiciosa en toda la historia de la compañía.
En el año 2016, Garbarino declaró ingresos por más de $16.252 millones y activos que superaban los $7.941 millones. En 2017, los ingresos subieron a $17.607 millones y obtuvo ganancias por $30,5 millones. En 2018, los ingresos llegaron a $21.977 millones y su ganancia fue de $25,2 millones.
Más allá de las tiendas de electrodomésticos, se había ampliado adquiriendo a Compumundo, pero también abrió Garbarino Viajes y una firma dedicada al negocio financiero y de créditos.
Como broche de oro, en el año 2018, los hermanos Daniel y Omar Garbarino, herederos del fundador y cultores de un perfil muy bajo, integraban la lista de Forbes de las 50 personas más ricas del país. Fue justo en ese año cuando las cosas se comenzaron a torcer para la compañía familiar y un año después fueron borrados del famoso ranking.
A partir de 2019, comienzan a reflejarse en sus balances sus problemas financieros. Con ingresos por $28.359 millones, terminó con una pérdida de $8.665 millones. Para ese entonces, mostraba un patrimonio neto negativo de $5.365 millones.
Las fuertes y sucesivas devaluaciones del peso en los años 2018 y 2019, una caída del 50% en el nivel de las ventas entre 2016 y 2019, junto al incremento de los costos laborales, sumado a las dificultades para financiarse y financiar a sus clientes a tasas convenientes, conformaron un combo letal para la compañía.
Según los registros del Banco Central, en diciembre de 2019 Garbarino contaba con una deuda bancaria de poco más de $3.600 millones: sus principales acreedores eran el Banco Santander y el Galicia. A la vez, la firma tenía una deuda de unos $7.000 millones con sus proveedores.
En ese escenario, surgió la posibilidad de que el fondo Inverlat, dueños de Havanna en Argentina, adquiriera la compañía. Pero la operación no prosperó.
Finalmente, en junio de 2020, Garbarino cambió de manos. Fue el empresario Carlos Rosales, presidente de la aseguradora Prof y dirigente del club San Lorenzo, quien se convirtió en el propietario y presidente del grupo. Según trascendió por entones, en el acuerdo se hizo cargo de las deudas de la empresa y se comprometió a pagar los salarios atrasados.
Lo cierto es que la empresa no pudo salir de su laberinto en un contexto económico complejo, con fuerte caída en el consumo, producto de la pandemia.
Garbarino firmó su contrato con Boca cuatro meses después de que Carlos Rosales, titular del grupo asegurador Prof, comprara la empresa. Sería el primero de varias inversiones de patrocinio -River, San Lorenzo, la Asociación del Fútbol Argentino (AFA)- con las que Rosales pretendía reimpulsar la marca. No era un hombre ajeno al mundo del fútbol: ya entonces,era mas conocido por función como protesorero de San Lorenzo de Almagro que por sus quehaceres empresarios.
Rosales fracasó en su intento de lograr una quita de la deuda comercial de la empresa -más de $ 7000 millones- y, también, en la incorporación de un socio estratégico, que inyectara el capital de trabajo necesario para reanimar a la cadena.
El empresario, que a inicios de este año también compró Radio Continental, había llegado con una promesa de inversión de $ 2000 millones. No sólo no los consiguió. Dejó de pagar sueldos en abril. También, servicios de todo tipo. Incluso, los alquileres de sus locales, lo que llevó a que los dueños de los inmuebles -entre ellos, Cencosud- le iniciaran múltiples juicios, tanto de cobro como pedidos de quiebra y de desalojo. Sus 3800 empleados salen continuamente a la calle a reclamar por sus haberes, que acumulan meses adeudados, que se van cancelando muy parcialmente y en forma selectiva. Sus más de 200 locales están cerrados, prácticamente abandonados. La empresa llegó a no poder seguir facturando por falta de productos y, también, de sistema, debido a una deuda en concepto de licencias con su proveedor de software.
La Justicia notificó a Garbarino de la intimación de pago a Boca a fines de septiembre. Ante la falta de respuesta de su deudor, el club le solicitó al juez un embargo, hasta cubrir los $ 37,5 millones reclamados -entre deuda, costos e intereses-, en las cuentas que la empresa tiene en el Banco Macro. Así, también, dio por finalizado el contrato de patrocinio, que el club había respetado pese al pago adeudado. Incluso, la marca lució en la camiseta que Adidas confeccionó para la actual temporada, estrenada días después de que el club inició el juicio.
Posteriormente, en el año 2021, Fernando D’Alessandro, titular del Juzgado Nacional en lo Comercial 7, habilitó el concurso preventivo de Garbarino, la mayor cadena de venta de productos electrónicos y electrodomésticos del país. En su escrito, que lleva fecha del 22 de diciembre, además le prohibió a su dueño, Carlos Rosales, la salida del país.