“Zamba de mi esperanza” fue escrita en la década de los 50 por Luis Profili, gran aficionado a la música folklórica y en especial a la zamba, aunque no la llegó a registrar hasta 1964 bajo el pseudónimo de Luis Morales. Fue Cafrune, al que llamaban “El Turco”, apodo habitual en la Argentina para los descendientes de árabes, quien primero la popularizó. Los Hermanos Albarracín, dúo amigo, se la oyeron cantar a Profili en una fiesta entre amigos y le propusieron incluirla en su álbum “Emoción, canto y guitarra” editado en 1964; año en el que Argentina estaba viviendo, además de fuertes transformaciones socioeconómicas, el gran momento de su música folklórica.
La letra de “Zamba de mi esperanza” no tiene un claro contenido político o social, pero aún así fue prohibida años más tarde, en 1976, por la dictadura militar que ocupaba el poder. En apariencia se trata de una canción que trata de la relación entre el compositor, su proceso de creación y el resultado final de su obra: la zamba. Desde su primera estrofa habla de la esperanza, un «sueño del alma» que “a veces muere sin florecer», para pasar a explicar en las siguientes el proceso de la “mezcla” con frases como «tu canto derrama amor» o «va envolviendo su corazón». Todas ellas adornadas por la fuerza de un estribillo en el que Profili cambia el destino de sus versos para dirigirse a la «estrella», símbolo de la noche, que lo “escucha” y es testigo «de su padecer», a la vez que le ruegan poder seguir cantando y queriendo. Sus últimas estrofas encierran ya un mensaje más “existencial” hablando del desamor y la muerte; son más pesimistas por el implacable paso del tiempo, “el tiempo me va matando», y terminan con un «soy polvareda que al viento va», pidiéndole a la “zamba” que no lo deje porque… «sin tu canto no vivo más».
Fue en el Festival de Cosquín de 1978 cuando Jorge Cafrune le quiso dar un contenido político mientras la cantaba a petición del público junto a otros temas «problemáticos». Haciendo caso omiso de la prohibición, antes de entonarla dijo: “Aunque no esté en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide la voy a cantar”. Muy poco tiempo después falleció, tras ser atropellado por una camioneta que se dio a la fuga, cuando se dirigía a caballo a Yapeyú. Un accidente del que aún persisten dudas sobre si pudo ser o no un asesinato político ordenado por la dictadura. Su hija Yamila siempre ha dicho que la Junta Militar consideraba que “Zamba de mi esperanza” debía ser censurada por la excesiva importancia que concedía al sentimiento de la esperanza.
Jorge Cafrune nació en 1937 en la finca «La Matilde» perteneciente a sus padres, descendientes de sirio libaneses, en El Sunchal (Perico del Carmen) de la provincia de Jujuy. Años más tarde, al trasladarse su familia a la ciudad de Salta, empieza a trabajar en el bar Madrid, propiedad de su tío, donde se puede decir que inicia su carrera musical. Su primer conjunto fue “Las Voces del Huayra» («viento de la quebrada», en quechua), grupo muy conocido con el que llega a grabar un disco para la firma Columbia. Sin embargo, Cafrune, sintiendo que su personalidad era más la de un solista, decide proseguir su camino en solitario después de cumplir el servicio militar. Tras debutar en el «Centro Argentino» de Salta y realizar una gira por provincias sin apenas despertar interés, decide pasar al vecino Uruguay donde ya el éxito le acompaña, llegando incluso a Brasil. Por Navidad regresa de nuevo a Salta y se presenta fuera de concurso con «Zamba de mi esperanza» al Festival de Cosquin de 1962, siendo consagrado como «primera revelación» gracias a los aplausos del público. Se puede decir que Cosquin, donde participó varios años en su festival, fue el espaldarazo que le proyectó a la fama, y a partir de ahí su imagen, con su barba y su guitarra, comenzó a ser popular.
En 1967 Jorge Cafrune efectúa su famosa gira «De a caballo por mi Patria» en homenaje al Chacho Peñaloza, un caudillo y militar argentino asesinado en 1863, a la que corresponden las imágenes de arriba. Recorre el país esparciendo su mensaje al estilo de los viejos gauchos, al tiempo que recopila datos sobre la vida y costumbres para sus futuras composiciones. Acabada la gira, a finales de 1970 le llaman para ir a Estados Unidos, y luego a España, formando parte de una Delegación Argentina, con otros grandes cantantes como José Larralde, Eduardo Falú o Los Chalchaleros. El éxito es arrollador. Promete volver y lo hace en 1972 como solista cosechando grandes triunfos por toda la península Ibérica. A su alrededor se va forjando una leyenda, y termina por fijar su residencia en España durante un tiempo. Al público español lo que realmente le impactaba de Cafrune no solo era la fuerza de sus interpretaciones, sino también las letras de sus canciones con las que la gente se sentía identificada.
Tras el fallecimiento de su padre a finales de 1977, Jorge Cafrune decide regresar a Argentina en pleno éxodo de artistas. Después de bastante tiempo alejado, se presenta de nuevo en el Festival de Cosquin con los versos iniciales de su canción “Mi luna cautiva”: “De nuevo estoy de vuelta después de larga ausencia». A principios de 1978, bajo la presidencia de Rafael Videla, inicia una gira hasta Yapeyú para rendirle un homenaje al general San Martín en su lugar de nacimiento con motivo de su bicentenario. Pretendía hacerlo a caballo desde Buenos Aires acompañado por su amigo Fermín José Gutiérrez, y al final depositar en Yapeyú la tierra que había traído de Boulogne-sur-Mer, ciudad francesa donde falleció al gran Libertador. Al anochecer del 31 de enero de 1978, cuando todavía no había salido de la provincia de Buenos Aires, en la ruta lindante con la ciudad de Benavídez, Jorge Cafrune es atropellado por una camioneta sin luces conducida por un menor en estado de ebriedad. Su caballo quedó partido por varios lados, mientras que el de su amigo murió en el acto. En el lugar del accidente no contaban con los medios suficientes, y fallece durante el traslado en ambulancia con tan solo 40 años.