En el marco de las celebraciones por los 100 años de Tartagal, el homenaje que los tartagalenses le hicieron al profesor y culturista Esteban «Piriqui» Andreu fue uno de los más emotivos. El secretario de Gobierno, Ernesto Restom, dijo que fue el acto en honor a los combatientes de Malvinas del norte de la provincia y el de Andreu «en los que uno no sabe qué decir».
El homenaje el vida al atleta tartagalense tuvo el reconocimiento de las cámaras legislativas de la provincia, por lo que fueron el senador Manuel Pailler y el diputado Edgar Dominguez quienes se emocionados casi hasta las lágrimas, al explicar el por qué de esta declaración de interés.
En el Centro Cultural Tartagal se reunieron amigos, vecinos, alumnos y exalumnos de su gimnasio, ese espacio que en 1997 supo crear para generar conciencia de las virtudes de la actividad física, la alimentación saludable y del que salieron los más notables representantes de estas disciplinas. Y en la actualidad, el gym sigue dando personalidades destacadas, como el Dr. Javier Rosso Nallar (57), quien se consagró recientemente en Santiago de Chile campeón iberoamericano de power lifting. María Eugenia y Juan José, sus dos hermanos y reconocidos cantantes, interpretaron un tema en honor a Esteban.
«Una caricia al alma»
Pailler definió al homenaje como «una caricia al alma para este amigo de todos los tartagalenses». El profesor Andreu, hoy aquejado por una enfermedad neurológica que le impidió participar del homenaje en su honor, pudo ver los actos desde su casa. Su trayectoria comenzó hace más de 27 años, cuando se recibió de profesor de Educación Física en Tucumán y regresó a Tartagal para instalar algo que en la zona prácticamente no se conocía: un gimnasio con aparatos de musculación, que instaló en lo que años antes había sido la tradicional librería Sarmiento, propiedad de sus abuelos y luego de sus padres.
Con una figura musculosa y tonificada, producto de horas de dedicación al culturismo y respetando una alimentacíón saludable, pero a la vez muy estricta, Esteban no necesitó de mucha publicidad para atraer a jóvenes y adultos de ambos sexos a su centro de entrenamiento, que él jocosamente llamaba «la maternidad» de los deportes de fuerza, porque de allí salieron grandes exponentes. En las clases no dejaba de difundir una alimentación sana, la actividad física y la meditación. De hecho, hoy en día a pesar de su limitación motriz, se ha volcado a los estudios de metafísica, porque su cabeza sigue trabajando lúcida, como siempre.
Otra de sus pasiones fue el ciclismo, por lo que organizaba la participación de competidores locales en diversos trasmontañas de en Salta, Jujuy y Tucumán, entre otras provincias. Fue pionero en muchas cosas buenas como el cuidado personal, el respeto, la protección de los animales callejeros, por lo que en su gimnasio siempre se vieron y se ven perritos rescatados.
También se dedicó a la música, siendo uno de los pocos saxofonistas de la región. Aprendió a ejecutar el instrumento de niño. Tuvo como maestro un integrante de la banda de música del Regimiento 28 de Infantería, con asiento en Tartagal. Esteban también fue director de Deportes del municipio y a la vez que formaba a sus atletas. El mismo participaba de competencias de culturismo dentro y fuera del país, con excelentes performances. Tanto es así que, en el homenaje un extenso mesón estaba solo destinado a mostrar el medio centenar de trofeos que ganó a lo largo de su vida como atleta.
Fue durante la pandemia que comenzó a tener los primeros síntomas de su enfermedad. Muchos señalan que el encierro, pudo hacer eclosión en su cuerpo, porque las restricciones le impedían abrir su gimnasio, recibir a sus cientos de alumnos y trabajar como lo hizo desde que era estudiante en Tucumán. «Fuimos los primeros en cerrar y los últimos en abrir», solía decir refiriéndose al enorme daño económico que el encierro le provocó y del que tanto le costó salir.
Quienes participaron del homenaje al profesor Andreu, le expresaron su afecto y su respeto con un gran aplauso que Piriqui vio y escuchó desde su casa, sintiendo esa caricia a su alma que los tartagalenses, de una manera simple y sencilla y reflejando esa personalidad apacible que siempre lo caracterizó y que casi nada tenía que ver con su figura imponente.
Fuente: El Tribuno de Salta.