El 9 de febrero de 2009 amaneció con llovizna leve, a las 8 se transformó en diluvio y a las 10 se escucharon las sirenas.
El alud de tierra, agua y árboles talados bajó del cerro formó un dique natural y desbordó sobre la ciudad de Tartagal. Tres muertos, mil afectados, 900 casas destruidas y pérdidas millonarias.
Las compañías agropecuarias y madereras deslindaron responsabilidades y las empresas de hidrocarburos optaron por el silencio. Campesinos, indígenas y organizaciones sociales apuntaron a la incidencia de la destrucción del monte del nativo, la tala y la acción hidrocarburífera.
Tres víctimas fatales
De los 11 desaparecidos contabilizados, las horas posteriores al desastre, se confirmaron tres muertes.
El resto de las personas denunciadas como desaparecidas fueron halladas por familiares y personal de las fuerzas de seguridad con el correr de las horas y los días.
El panorama el día posterior era dantesco; decenas de casas, negocios y calles fueron literalmente borradas del mapa por la furia del aluvión.
Cientos de familias perdieron todas sus pertenencias. Varios comerciantes vieron desaparecer el capital amasado durante años de trabajo en cuestión de minutos.
La situación obligó a autoridades provinciales y nacionales a presentarse en el lugar, lo mismo que la Policía, Bomberos, Gendarmería y el Ejército.
A las 48 horas del aluvión llegó a Tartagal la presidenta Cristina Kirchner para comprobar la magnitud del daño.
Hubo muestras de solidaridad de todo el país, que hicieron llegar toda clase de donaciones para la gente que lo había perdido todo. Enviaron desde agua mineral hasta colchones y equipos de aire acondicionado.
Los aprovechados, que nunca faltan, sacaron partido de la situación y hubo diversas denuncias sobre desvío de las donaciones.
LEAVY SACO PROVECHO
Con el paso de los días, el Centro Empresario dio una cifra aproximada de las pérdidas: alrededor de 200 millones de pesos.
Poco después, el Gobierno nacional junto con el provincial, anunciaron un plan de ayuda y reconstrucción de la ciudad, por 160 millones de pesos. Se firmaron los convenios respectivos y comenzaron las obras, que duraron hasta el año pasado.
En los meses siguientes el Consejo Deliberante de la ciudad de Tartagal solicitó la destitución del Sr Sergio Leavy alias «el oso», quien en su entonces era el intendente y actualmente diputado de la nación, todo ello por la supuesta malversación de fondos que recibió para asistir a las zonas victimas del alud que afecto la zona.
Acumuló numerosas causas, entre ellas, la de malversación de fondos públicos recibidos por el Gobierno Nacional, mal desempeño y enriquecimiento ilícito.
Indudablemente leavy sacó provecho, pero aquí la justicia no estuvo a la altura de las circunstancias, están dejando prescribir la causa ALMARAZ , y nadie esta haciendo nada, ni el propio ALMARAZ impulsa el expediente, y sólo pudimos saber algo del manejo municipal por un ex arrepentido de fiscalización de la muni que hizo un amparo, aún así pienso que la justicia local esta subordinada a Leavy