La expansión de la Inteligencia Artificial está impulsando la construcción y modernización de centros de datos en todo el mundo. Sin embargo, la alta demanda energética de estos sistemas plantea un problema adicional: la refrigeración. Mantener “frescos” los servidores se ha convertido en un reto estratégico para garantizar la continuidad de las operaciones.
La semana pasada, un corte de energía en el CME Group —el mayor operador de bolsa del mundo— paralizó su plataforma de divisas y futuros. El origen del problema estuvo en fallas de refrigeración en los centros de datos de CyrusOne, con sede en Dallas, que administra más de 55 instalaciones en Estados Unidos, Europa y Japón.
Los servidores de IA y nube de alta potencia requieren un enfriamiento constante. “Los chips deben mantenerse dentro de ciertas temperaturas, de lo contrario fallan o se apagan”, explicó Daniel Mewton, especialista en infraestructura y energía del bufete Slaughter and May. Los sistemas tradicionales de aire ya no alcanzan para disipar el calor generado.
Por ello, cada vez más empresas recurren a la refrigeración líquida, capaz de ser hasta 3.000 veces más eficiente que el aire. Sin embargo, esta tecnología trae consigo nuevos desafíos: fugas, corrosión, mantenimiento especializado y un elevado consumo de agua.
En busca de soluciones sostenibles, compañías como Microsoft desarrollan centros de datos con circuitos cerrados que reciclan el agua y evitan el uso de suministros externos. Además, se exploran sistemas para recuperar y reutilizar el calor residual, transformando un problema en una oportunidad energética.
El futuro de la IA dependerá no solo de la capacidad de procesar datos, sino también de cómo se enfríen los servidores que sostienen esa revolución tecnológica. La refrigeración, antes un aspecto técnico secundario, hoy se erige como el nuevo cuello de botella de la era digital.
✍️ Redacción Diario Inclusión








