Desde el foro del Milken Institute en Washington, Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), lanzó un mensaje que resonó tanto en los mercados como en la arena política argentina: el ajuste fiscal de Javier Milei es un ejemplo para el mundo, pero su éxito dependerá del respaldo popular. A menos de tres semanas de las elecciones legislativas, el elogio técnico vino acompañado de una advertencia política.
“Argentina está llevando adelante un programa de ajuste muy drástico. El éxito va a depender de lograr que la gente lo acompañe”, afirmó Georgieva, al tiempo que comparó el caso argentino con experiencias de Europa Central y del Este, donde líderes que recortaron pensiones y salarios en hasta un 50% fueron reelegidos por haber logrado consenso social.
La funcionaria destacó que la disciplina fiscal argentina envía una señal importante al sector privado, pero insistió en que la legitimidad del programa no puede construirse solo desde los números. “Todavía no descubrimos cómo llevar a la gente con nosotros en decisiones difíciles”, reconoció, en una frase que expone el desafío político detrás del ajuste.
Las declaraciones se producen mientras el ministro Luis Caputo y su equipo económico mantienen negociaciones en Washington con el FMI y el Tesoro estadounidense, en busca de un salvataje financiero que refuerce las reservas y estabilice el tipo de cambio. Georgieva forma parte activa de esas mesas, donde se discute un swap por USD 20.000 millones y reformas estructurales exigidas por el organismo.
En otro tramo de su exposición, la economista búlgara celebró que la economía global “se comportó mejor de lo esperado”, pero advirtió que la incertidumbre es la nueva normalidad. También instó a Europa a avanzar en su integración financiera y pidió a China “limpiar su mercado inmobiliario”, trazando un mensaje de disciplina económica a escala planetaria.
El respaldo del FMI al programa de Milei fue leído como una señal de alineamiento internacional, pero también como una presión para acelerar reformas. En un país donde los ajustes del Fondo dejaron huellas profundas, la frase “dependerá de la gente” funciona como recordatorio de que la legitimidad no se decreta: se construye.
Con el equipo económico argentino aún sin resultados concretos en Washington, y el clima electoral en ebullición, el mensaje de Georgieva mezcla elogio técnico con advertencia política. En la Argentina, donde cada ajuste tiene rostro social, el FMI vuelve a ocupar el centro del debate.
Redacción Diario Inclusión