Los hermanos Rapallini se dedican al negocio ganadero y agropecuario en la empresa que fundó su abuelo en Coronel Suárez, provincia de Buenos Aires. Sin embargo, en plena pandemia se les ocurrió un invento para que el asado sea un ritual más inclusivo para todos los comensales. «Queremos que los vegetarianos y veganos vuelvan a prender la parrilla», asegura Alejandro, el menor de los tres.
Ellos son los fundadores de La Brochetera, que también da nombre a su producto estrella: una canasta de hierro que permite asar vegetales sin que se desarmen. El emprendimiento ya factura $ 6 millones por mes y sueñan con llevarlo a los Estados Unidos.
En realidad, el proyecto original era otro. Estaban por cerrar una sociedad con un frigorífico para lanzar una línea de carne envasada al vacío de su propia producción. «Hubo trabas burocráticas y eso se lentificó. Pero no podíamos quedarnos quietos», recuerda el emprendedor. El que tuvo la idea fue Pablo, el hermano del medio, que mandó al chat familiar de WhatsApp un garabato del producto, y Alejandro y Juan no dudaron en acompañarlo.
Después de varias pruebas que desarrollaron con la ayuda de un herrero, en octubre de 2020 salieron al mercado con la brochetera clásica. Los Rapallini enfocaron su estrategia en redes sociales con venta online a través de Tiendanube. El primer mes vendieron 300 unidades, al siguiente fueron 500 y en diciembre superaron las 2000 brocheteras en un mes. A esto se le sumó un plan de viralización con influencers como el chef Christian Petersen y el exfutbolista Diego Latorre, entre otros creadores de contenido.
Brocheteras for export
Los primeros meses no fueron sencillos. Juan, Pablo y Alejandro dividían su tiempo entre el campo familiar y su joven emprendimiento. Atendían pedidos, se encargaban de la distribución y supervisaban la producción. Ahora son más de 10 personas trabajando directa o indirectamente en La Brochetera, incluido el herrero y su equipo, con una producción anual de 7000 unidades. La idea de los hermanos es, a mediano plazo, tener una fábrica propia, pero para llegar a eso, indican, el reto previo es posicionarse en el exterior.
Las brocheteras pusieron un pie en Uruguay a mediados de 2021 y ya venden entre 120 y 150 productos por mes. Después llegó el turno de Brasil y recientemente desembarcaron en México con un distribuidor en Monterrey. «Al exterior estamos mandando solo la línea enlozada porque es el producto de mayor calidad», explica el menor de los Rapallini.
El próximo paso es entrar a Chile y también mantuvieron reuniones para plantar bandera en los Estados Unidos. «Nuestro objetivo para este año es desarrollar el mercado internacional. Me imagino un híbrido 50/50 entre las ventas en la Argentina y en el exterior. Queremos diversificar el negocio», destaca Alejandro.










