La inseguridad vuelve a sacudir a Tartagal con dos hechos de violencia que encendieron las alarmas entre los vecinos. En el barrio Bicentenario, una mujer y su hijo fueron brutalmente golpeados por delincuentes armados que les robaron la moto en la puerta de su casa. En paralelo, en la Misión Tapiete, un intento de robo derivó en graves enfrentamientos entre efectivos policiales y decenas de vecinos, con siete agentes lesionados y móviles dañados.
Asalto violento a una madre y su hijo
El domingo por la noche, cerca de la medianoche, una mujer identificada como Magalí regresaba a su vivienda en el barrio Bicentenario junto a su hijo de seis años cuando fueron interceptados por un hombre armado.
Según el testimonio de la víctima, el agresor los amenazó a punta de pistola, los golpeó en la cabeza, la espalda y el estómago, y terminó robándoles una motocicleta Gilera 150 que tenía apenas dos meses de uso. “Cuando me puso la pistola en la cabeza, mi nene gritó y le pegó una piña en la boca del estómago. Gracias a Dios no le hizo nada más”, contó entre lágrimas la mujer, que aún no logró recuperar el rodado.
Tras el asalto, la víctima comenzó a recibir llamadas extorsivas. Un hombre que se identificó como “Gitano” le exigió 400.000 pesos para devolverle la moto. “Me decía que sabía dónde vivía, me mandaba mensajes a cualquier hora. Bloqueé números, pero seguían llamando de otros. Tengo miedo, no dormí en toda la noche”, relató Magalí, quien ya radicó la denuncia en la Brigada de Investigaciones.
El hecho se suma a una serie de asaltos bajo la modalidad de “motochorros” que, según vecinos, se repiten en distintos barrios sin que haya respuestas efectivas de la Policía.
Violento enfrentamiento en Misión Tapiete
A pocas cuadras del centro, en la comunidad Misión Tapiete, se registró otro episodio que evidenció el clima de tensión. Todo comenzó cuando dos jóvenes arrebataron la mochila a un menor de edad en la intersección de Araoz y Estorni. Personal motorizado logró ubicar a uno de los sospechosos, quien intentó escapar ingresando a una vivienda sobre calle Dorrego.
Los agentes irrumpieron para detenerlo, pero fueron rodeados por entre 40 y 50 personas —en su mayoría jóvenes— que comenzaron a lanzar piedras y palos contra los uniformados. Siete efectivos resultaron lesionados, además de varios móviles y motocicletas dañadas.
“Fue un ataque coordinado, el personal tuvo que defenderse y retroceder. A pesar de eso se logró la aprehensión del sospechoso”, informó una fuente policial. El detenido, conocido en el ambiente delictivo, fue puesto a disposición de la Fiscalía N°2 a cargo del doctor Rafael Medina, aunque recuperó la libertad antes de las seis horas por disposición judicial.
El hecho generó indignación entre las fuerzas de seguridad, que denunciaron sentirse desbordadas ante la cantidad de enfrentamientos y la falta de recursos.
Clima de temor y reclamos vecinales
Los episodios ocurren en un contexto de creciente preocupación por la inseguridad en Tartagal. Vecinos de distintos barrios aseguran que los robos, arrebatos y agresiones se volvieron cotidianos, mientras que las respuestas institucionales resultan insuficientes.
Organizaciones sociales y referentes barriales reclaman mayor presencia policial, operativos preventivos y mejoras en la iluminación pública. También exigen políticas sociales que aborden las causas estructurales de la violencia, como el desempleo y la falta de contención juvenil.
“Vivimos con miedo. No se puede salir tranquilo ni de día ni de noche”, comentó una vecina del Bicentenario.
Un problema que se agrava
Los ataques recientes se suman a una serie de hechos que marcan el deterioro de la seguridad en el norte salteño: enfrentamientos, robos con violencia y hasta casos de corrupción dentro de las fuerzas.
Mientras la comunidad espera respuestas, Tartagal sigue mostrando las grietas de un sistema de seguridad colapsado, donde el miedo y la impunidad se instalan como parte del paisaje cotidiano.
Redacción: Diario Inclusión.