En una semana marcada por la incertidumbre económica, el Tesoro argentino enfrentó una dura realidad: la escasez de dólares lo dejó sin margen de maniobra para contener la escalada de tasas en pesos. La última licitación de deuda reveló que el Gobierno debió convalidar rendimientos de hasta el 5% mensual para captar fondos, en un contexto de creciente desconfianza y presión cambiaria.
La situación se agravó por la falta de divisas provenientes del campo y la caída de ingresos por exportaciones, lo que redujo el “poder de fuego” del Tesoro para intervenir en el mercado. La venta de dólares para sostener el tipo de cambio se volvió insostenible, y el mercado reaccionó exigiendo mayores rendimientos para renovar sus posiciones en pesos.
En paralelo, las tasas de interés de los plazos fijos y las billeteras virtuales comenzaron a ajustarse al nuevo escenario, con entidades ofreciendo hasta un 39% mensual para captar depósitos. Esta dinámica genera un efecto de bola de nieve sobre el costo del financiamiento público y privado, y pone en jaque la estrategia oficial de estabilización monetaria.
La licitación del Tesoro, que buscaba renovar vencimientos por más de $2 billones, terminó con una aceptación parcial y tasas récord. La señal al mercado fue clara: sin dólares, el Gobierno debe pagar más para sostener la demanda de pesos, en medio de una campaña electoral que exige señales de estabilidad.
Analistas advierten que esta dinámica podría derivar en una nueva ola de emisión monetaria si el Tesoro no logra captar fondos suficientes en el mercado. El riesgo de un salto inflacionario post-electoral se instala como una amenaza latente, mientras el Banco Central intenta contener la presión sobre el dólar financiero.
En este contexto, la credibilidad del equipo económico se vuelve clave. Las expectativas están puestas en posibles anuncios de recomposición de reservas o acuerdos externos que permitan aliviar la tensión. Sin embargo, el margen político y financiero se achica día a día, y el mercado exige definiciones urgentes.
La crisis de dólares del Tesoro no solo refleja un problema coyuntural, sino que desnuda la fragilidad estructural del modelo de financiamiento público. Con tasas en pesos que ya compiten con la rentabilidad del dólar, el Gobierno enfrenta un dilema de difícil resolución: estabilizar sin divisas, y convencer sin resultados.
Redacción Diario Inclusión