La reciente eliminación de las LEFIs (ex LELIQs) por parte del Banco Central argentino, como parte del programa de las “tres anclas” impulsado por el presidente Santiago Bausili, generó un verdadero terremoto en el sistema financiero. Por primera vez en décadas, los bancos quedaron obligados a gestionar su liquidez sin la intermediación directa del BCRA, operando entre ellos mediante mecanismos como la caución y el call money.
Este cambio de paradigma, que en teoría promueve un sistema financiero más autónomo y eficiente, puso en evidencia la falta de preparación del mercado local: “Los bancos perdieron la gimnasia de hablarse entre ellos”, señaló Bausili, revelando una desconexión de más de 20 años con prácticas habituales en mercados desarrollados.
El resultado fue inmediato: en cuestión de días, la tasa de caución a un día colapsó del 25% al 10% anual, producto de una sobreoferta de pesos tras el desarme de los instrumentos. Esta liquidez sin destino presionó a la baja las tasas y al alza al tipo de cambio, lo que obligó al Tesoro a lanzar una licitación de emergencia para absorber los pesos flotantes. Pero la estrategia terminó siendo un arma de doble filo: los bancos colocaron todo su capital a tasas muy altas y se quedaron sin efectivo para operar al día siguiente.
El problema no fue menor. La falta de liquidez llevó a muchas entidades a vender bonos en pesos como Lecaps y Boncaps a precios de remate para obtener liquidez inmediata, lo que generó caídas en sus cotizaciones y pérdidas contables. También incrementó las tasas de caución hasta niveles superiores al 80% anual, desnudando la fragilidad del nuevo esquema de desintermediación del BCRA.
Sin embargo, se espera que la situación empiece a estabilizarse en el corto plazo. El próximo 31 de julio vence una Lecap clave (S31L5) por unos $11,5 billones, que volverán a los bancos en forma de liquidez. Analistas coinciden en que los bancos actuarán con mayor cautela, reteniendo parte de los fondos en efectivo para no repetir la experiencia reciente, lo que probablemente reduzca la presión sobre las tasas y estabilice el mercado monetario.
Este episodio expone tanto las virtudes como los riesgos del nuevo modelo monetario que intenta implementar el Gobierno: menor intervención estatal, pero también mayor exposición al error humano y la falta de coordinación entre privados. Mientras tanto, el mercado sigue expectante a los próximos movimientos del Tesoro y del BCRA en un contexto donde cada paso puede reconfigurar el mapa financiero argentino.
Redacción: Diario Inclusión.