La industria manufacturera argentina atraviesa un momento de alta fragilidad. Según la última Encuesta de Tendencia de Negocios del INDEC, más del 50% de las empresas reportaron en agosto que sus pedidos se encuentran “por debajo de lo normal”, marcando el cuarto mes consecutivo de deterioro en la demanda.
El principal obstáculo sigue siendo la insuficiencia del consumo interno, señalado por el 49,4% de las firmas. Sin embargo, este factor cedió terreno frente a otros problemas emergentes: el acceso al crédito, la incertidumbre económica y la competencia de productos importados ganan peso en el diagnóstico empresarial.
La situación financiera se agravó notablemente. Solo el 5,6% de las compañías industriales declaró tener facilidades para obtener crédito, mientras que el 32,5% enfrentó serias dificultades, un salto significativo respecto al 19,5% registrado en mayo. Esta tendencia se vincula con la volatilidad de tasas y el desarme de instrumentos como las Lefis.
Entre julio y agosto, las tasas de interés para adelantos a empresas llegaron a triplicarse, en medio de los intentos del Gobierno por contener el precio del dólar. Este escenario asfixia a las pymes industriales, que ven restringido su capital de trabajo y postergan inversiones clave para sostener la producción.
Las expectativas para el último trimestre del año son desalentadoras. Apenas el 15% de las empresas prevé aumentar su producción, y solo el 4% proyecta incorporar nuevos trabajadores. En paralelo, apenas el 11% espera una mejora en su situación empresarial general.
El Ministerio de Industria y Economía Mixta (MIEM) ya convocó a empresas como La Gotita por el cierre de su planta en Las Piedras, en un intento por contener el impacto social de la crisis. Sin embargo, los empresarios advierten que sin medidas concretas de alivio financiero y protección comercial, el deterioro será irreversible.
La industria nacional exige respuestas urgentes: moratorias fiscales, líneas de crédito accesibles y una política activa frente a la competencia desleal de productos importados. Sin estas herramientas, el tejido productivo corre el riesgo de seguir deshilachándose.
Redacción Diario Inclusión