La batalla por el control del sistema financiero mundial ya no se libra con misiles ni sanciones visibles, sino en los mercados y bóvedas de los bancos centrales. China está acelerando una estrategia silenciosa pero de enorme alcance: la construcción de un sistema alternativo al dólar, sustentado en el oro y en una nueva arquitectura regulatoria global.
El fin del monopolio del dólar
Durante más de siete décadas, el dólar estadounidense fue el pilar de la economía internacional. Sin embargo, su dominio se erosiona. En 2001 representaba el 72% de las reservas globales; en 2025, apenas ronda el 58%. La confianza, base de su poder, comenzó a resquebrajarse tras la guerra de Ucrania, cuando Washington y sus aliados congelaron los activos rusos.
El mensaje fue claro: los fondos depositados en el sistema occidental podían ser utilizados como arma política. En Pekín, esa decisión encendió todas las alarmas.
Oro: el nuevo escudo financiero chino
La respuesta de China fue inmediata. En los últimos años el país acumuló más de 2.300 toneladas de oro, según datos del Banco Popular de China y del World Gold Council. Solo en 2023 adquirió 225 toneladas, el mayor volumen desde 1977.
La acumulación no es coyuntural, sino una política de Estado. A través de la Bolsa de Oro de Shanghái, Pekín busca crear un mercado físico global que compita con Londres y Nueva York. Incluso inauguró una bóveda de entrega en Hong Kong para permitir a terceros países operar dentro de su sistema sin pasar por el dólar.
Basilea III y el nuevo valor del oro
El plan chino encuentra su soporte legal en la reforma de las normas financieras internacionales (Basilea III), que eleva al oro físico a la categoría de activo de nivel 1, equivalente en seguridad al dinero en efectivo.
Beijing aspira ahora a que el metal precioso sea reconocido como activo líquido de alta calidad (HQLA), condición que lo habilitaría para circular en los mercados de financiación bancaria —territorio tradicionalmente reservado a los bonos del Tesoro de Estados Unidos—. Si eso ocurriera, el monopolio de liquidez del dólar quedaría herido de muerte.
Una red dorada para el Sur Global
El proyecto chino incluye además un componente estratégico: ofrecer a países de África y Asia alternativas de financiamiento fuera del FMI y el Banco Mundial. Pekín propone que esas naciones depositen su oro en la Bolsa de Shanghái a cambio de créditos para infraestructura.
Se trata de una arquitectura paralela de desarrollo, donde el oro reemplaza al dólar como garantía y la influencia de China se extiende sobre las economías emergentes.
La contraofensiva de Washington
Mientras tanto, Estados Unidos no compite en el terreno del oro, sino en el del dinero digital. La expansión de las stablecoins y el ingreso de fondos como BlackRock al negocio de los ETF de Bitcoin revelan una estrategia distinta: mantener el liderazgo mundial a través de la tecnología financiera y la velocidad de las transacciones.
El futuro inmediato apunta, por tanto, a una “guerra fría monetaria” entre dos modelos: el oro físico respaldado por China y el dinero digital controlado por Occidente.
Dos sistemas, un mismo tablero
La Reserva Federal admite que, aunque el dólar conserva su liderazgo, surgen monedas y mecanismos financieros alternativos. Por primera vez en décadas, el mundo asiste a una competencia abierta entre dos sistemas de valor: el que confía en la solidez milenaria del metal precioso y el que apuesta a la supremacía tecnológica y digital.
La pregunta que queda abierta es cuál de los dos definirá el nuevo orden económico global.
Redacción: Diario Inclusión.










