A veces no hace falta mirar el reloj. Basta con vivir con un perro. Hay quienes se ajustan tanto a la rutina que parecen programados por un cronómetro invisible, y entre ellos destacan los golden retriever. No les hace falta la campanilla del microondas ni el pitido de una alarma.
Cuando llega la hora de cenar, lo saben. Lo notan. Lo exigen. Y lo hacen con una precisión tan exacta que no hay margen de error, como si su estómago tuviera conexión directa con la hora exacta del día.
En una habitación, grabando con el móvil desde la cama, una chica capta el momento exacto en el que su perro detecta que han dado las siete de la tarde. No hay duda ni vacilación. El animal, que hasta ese instante permanecía tranquilo en el pasillo, se incorpora, camina con seguridad y se planta ante ella con un par de ladridos tan firmes como la puntualidad que lo mueve. El otro golden que está en la cama mira con cara de haber vivido esa situación en repetidas ocasiones.
El golden tiene claro cuando es la hora de cenar
La explicación científica detrás de comportamientos como este no tiene que ver con relojes internos, sino con rutinas establecidas, asociación de estímulos y una sensibilidad auditiva muy superior a la humana.
Así lo comentaba uno de los usuarios en la publicación original, al sugerir que “probablemente escuche relojes despertadores de vecinos que nuestro oído no detecta y lo asocia a que también te levantas a esa hora”. Una teoría doméstica, pero plausible, teniendo en cuenta el agudo sentido del oído que caracteriza a los perros.
En este caso, lo llamativo no es el sonido, sino la precisión. La cuidadora del perro respondía entre risas a los comentarios que intentaban explicar la conducta del animal, y aclaraba que no se trataba de una confusión con la mañana: “Es que son las 7 de la tarde. No de la mañana. Nadie se levanta a esa hora y nosotros menos que menos”.
Hay animales que aprenden a abrir puertas, otros que reconocen caras en fotos. Este golden, en cambio, ha perfeccionado el arte de saber cuándo le toca cenar. Sin margen de error. Sin retrasos. Como un reloj.