Esta decisión, impulsada por el Papa León XIV, marca un cambio de rumbo respecto a las disposiciones tomadas por su antecesor, Francisco, quien había restringido su celebración a permisos especiales.
La ceremonia estará a cargo del cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, uno de los líderes más reconocidos del sector tradicionalista y fuerte crítico de las decisiones de Bergoglio. El evento se enmarca en la peregrinación “Ad Petri Sedem”, organizada por la asociación Popolo Summorum Pontificum, que congrega a sacerdotes y fieles defensores de la liturgia en latín.
La Santa Sede ha manejado la decisión mucha discreción, ya que representa el primer gran cambio de rumbo respecto a una medida clave del Papa Bergoglio, quien buscaba sofocar las misas tradicionalistas.
Sobre El Rito Romano Tradicional:
El Rito Romano Tradicional, también conocido como misa tridentina o misa en latín, tiene una profunda relevancia histórica en la vida de la Iglesia Católica. Su nombre formal es “Rito Romano Tradicional” y fue codificado por el Papa Pío V en 1570, tras el Concilio de Trento, con el objetivo de unificar la celebración litúrgica en toda la cristiandad.
Durante más de cuatro siglos, esta forma de la misa fue la norma en la Iglesia y acompañó a generaciones de fieles alrededor del mundo. Celebrada íntegramente en latín y con el sacerdote orientado hacia el este, la liturgia tridentina simbolizaba solemnidad, continuidad y tradición.
El cambio llegó en 1969, con la reforma litúrgica impulsada después del Concilio Vaticano II, que dio paso al rito actual en lengua vernácula y con mayor participación de la comunidad. Desde entonces, el Rito Romano Tradicional quedó como una forma extraordinaria de celebración, defendida especialmente por sectores conservadores que valoran su riqueza simbólica y espiritual.
El movimiento tradicionalista dentro de la Iglesia Católica atraviesa un momento clave en su historia reciente. Sectores que defienden la vigencia del rito romano tradicional —también conocido como misa tridentina— destacan que su objetivo principal es que esta forma litúrgica pueda ser celebrada libremente por todos los sacerdotes que lo deseen, sin las restricciones que rigen actualmente.
La Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, reconocida como la organización conservadora más activa en este ámbito, mantiene desde hace décadas esta bandera como núcleo de su misión pastoral. Para sus miembros y seguidores, la misa tradicional representa un vínculo directo con siglos de historia y espiritualidad, que consideran esencial preservar frente a los cambios introducidos en la liturgia tras el Concilio Vaticano II.
Este escenario marca un punto de inflexión para los fieles que buscan mayor apertura hacia la forma extraordinaria del rito romano. Para ellos, se trata no solo de una cuestión litúrgica, sino de identidad y continuidad dentro de la vida de la Iglesia.
un gesto de apertura por parte del nuevo pontífice
Para los tradicionalistas, este regreso es considerado una verdadera victoria, no solo porque la misa tridentina fue el rito central de la Iglesia Católica durante siglos, sino también porque representa un gesto de apertura por parte del nuevo pontífice en el marco del Jubileo del Año Santo 2025.
El calendario previsto incluye vísperas pontificias el 24 de octubre en la basílica de San Lorenzo in Lucina, presididas por el cardenal Matteo Maria Zuppi, cercano a Francisco, y la gran procesión hacia San Pedro al día siguiente. El encuentro promete convertirse en un punto de inflexión en la relación entre progresistas y conservadores dentro de la Iglesia.
El regreso de este rito, celebrado en latín y con el sacerdote orientado al este, es visto como una reivindicación por parte de miles de fieles que pedían recuperar una tradición interrumpida en 2021 con el motu proprio Traditionis Custodes.
La misa del 25 de octubre no será solo un acto litúrgico: simboliza, para muchos, un nuevo capítulo en el delicado equilibrio entre continuidad y renovación dentro de la Iglesia Católica.
Redacción Diario Inclusión