La postal urbana de Mar del Plata se transforma: solo en el centro de la ciudad, 30 kioscos cerraron sus puertas en lo que va del año, según datos de la Cámara de Kiosqueros local. El fenómeno no es aislado. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), más de 16.000 kioscos bajaron la persiana en los últimos doce meses, marcando una tendencia nacional de quiebras silenciosas.
Los motivos son múltiples y convergentes: alquileres elevados, tarifas de servicios en alza, caída del consumo y márgenes de ganancia cada vez más estrechos. Germán Aranda, referente del sector, explicó que muchos comerciantes prefieren cerrar antes que declararse en quiebra. “La gente no tiene paciencia para bancar el negocio”, lamentó.
El modelo de negocio tradicional se vuelve inviable. Los productos más vendidos —como cigarrillos y cargas virtuales— ofrecen ganancias mínimas, mientras que los costos diarios se disparan. Además, el consumo de productos no esenciales se desplomó, afectando directamente a los kioscos, que dependen de ventas impulsivas y de cercanía.
En Mar del Plata, la temporada turística suele ofrecer un respiro, pero este año fue más corta y menos rentable. Con apenas 50 días “buenos” en verano, muchos locales no lograron sostenerse. El inicio anticipado de clases y la menor afluencia de visitantes agravaron el panorama, dejando a los comerciantes sin margen de recuperación.
Ernesto Acuña, vicepresidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), advirtió que el rubro enfrenta una transformación forzada. “Los productos que vendemos también están en farmacias y supermercados. Eso nos deja sin diferencial y pone en riesgo la continuidad del kiosco como lo conocemos”, señaló.
La reconversión parece inevitable, pero no todos tienen los recursos para adaptarse. Algunos comerciantes intentan diversificar su oferta, incorporar servicios o migrar a formatos digitales, mientras otros simplemente abandonan el rubro. La pérdida de estos espacios implica también una merma en la oferta barrial y en el tejido económico local.
La crisis de los kioscos es un síntoma más del deterioro del comercio minorista argentino. Sin políticas de alivio fiscal, acceso al crédito y protección frente a la competencia desleal, miles de pequeños negocios seguirán desapareciendo, dejando tras de sí una economía más concentrada y menos inclusiva.
Redacción Diario Inclusión