La Organización Mundial de la Salud define el envejecimiento saludable como el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez, y según especialistas argentinos en gerontología, “la motivación por la vida e integración social facilitan” y son vitales para lograr una vejez activa, lúcida y saludable.
Desde la pregunta qué elementos o aspectos son necesarios para garantizar ese envejecimiento saludable, Liliana Lombisani, jefa del servicio de Geriatría del Hospital B. Houssay de Vicente López, docente UAI-UCES en pregrado de la materia Geriatría y directora médica de Edificio Manantial -residencia de larga estadía-, destaca la combinación de las capacidades físicas y mentales de una persona con su entorno. “Para lograr ese ansiado envejecimiento saludable hay que enfocarse en pilares fundamentales desde el propio paciente pasando por la implementación de ciertas políticas sociales y de Estado”, dice. Y agrega: “Es importante favorecer los entornos amigables con las personas mayores trabajando en la accesibilidad física en la vía pública, los transportes, los edificios o en aspectos como la inclusión social y la participación comunitaria”.
Además, explica que es “trascendental proteger a las personas mayores del maltrato y la discriminación por edad”.
Por su parte, según Deisy Krzemien, doctora en Psicología, investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Mar del Plata, el envejecimiento saludable depende del contexto en donde se desarrolle la persona, es decir si están dadas las condiciones contextuales y estructurales que tienen que ver, por ejemplo, con lo socioeconómico, el género, el nivel de la interacción o integración social.
Sin embargo, expresa que está vinculado también a cómo la persona maneja su propia definición de vejez: “Hay que observar cómo cada uno percibe su propio envejecimiento y cómo se posiciona”, señala.
Lombisani, quien todos los días convive con personas mayores que están hospedadas en Edificio Manantial, subraya la necesidad de la jerarquización de una atención integrada y centrada en la persona, donde los sistemas de salud respondan a las necesidades complejas. “Tienen que proveer una atención continua tanto en aspectos físicos, mentales, emocionales y sociales; y además debe existir una coordinación entre los diferentes niveles de atención y los servicios sociales”, afirma.
¿Cómo aporta un grupo familiar al envejecimiento saludable de sus integrantes mayores?
Lombisani: «Cumple un rol central en el envejecimiento saludable de una persona mayor. El aporte puede ser determinante para mantener la autonomía, el bienestar emocional y la calidad de vida.
Los nucleos familiares son un gran sostén emocional, contención afectiva, escucha activa, reducen el riesgo de depresión, ansiedad y aislamiento social. Son una gran red de apoyo social cuando hay necesidades de salud o económicas y evitan la soledad.
Son fundamentales para promover la autonomía brindando ayuda sin sobreproteger, favorecen la independencia functional estimulando a que la persona mayor participe en sus cuidados y fortalece su autoestima.
También resultan un gran apoyo en los hábitos saludables, acompañando a controles médicos, favoreciendo una buena alimentación, ejercicio y estimulación cognitiva. Promueven la participación activa, integrando a la persona mayor en actividades familiares, celebraciones y decisiones, respetando su historia, identidad y preferencias».
Krzemien: «La familia puede acompañar no limitando, reconociendo el poder de decisión de esa persona mayor, siempre hablando de un envejecimiento normal, o sea de aquellas personas que no tienen ninguna atrofia o una enfermedad neurodegenerativa y que pueden decidir por sí mismas a través de sus capacidades, sabiduría, valores, principios, intereses, su vocación, sus ocupaciones o su trayectoria.
Desde esta perspectiva, de la misma forma que cuando se lo reconoce al adolescente con todo su potencial, la vejez, también tiene un potencial de desarrollo, y la familia puede acompañar, tener una mirada que no sea prejuiciosa porque, muchas veces, las limitaciones de las personas mayores tienen que ver con la mirada de los otros, con cómo son percibidos.
El grupo familiar también, en algún momento, atravesará por la vejez y cada uno tiene que pensar cómo le gustaría que los vieran y sean percibidos».