Alfredo Enrique Nallib Yabrán nació el 1 de noviembre de 1944 en Larroque, provincia de Entre Ríos, en una familia de inmigrantes libaneses.
Con el paso de los años se posicionó al frente de empresas clave del rubro postal, del transporte de cargas y del comercio logístico: adquirió la empresa privada de correo OCA (y/o su variante “Ocasa”), participó activamente en servicios aeroportuarios y aduaneros, y se convirtió en uno de los hombres más influyentes de la Argentina de los años 90.
Fue señalado por el ministro de Economía Domingo Cavallo ante la Cámara de Diputados como responsable de «una mafia enquistada en el poder», lo que marcó el comienzo mediático de su exposicióN pública.
Yabrán cultivó un perfil secreto, incluso casi mítico: solía decir que “ni la SIDE tiene una foto suya” y que captarlo con una cámara era «como pegarse un tiro en la cabeza».
El crimen que lo marcó: asesinato de José Luis Cabezas
El 25 de enero de 1997, el fotógrafo José Luis Cabezas fue secuestrado, asesinado de dos disparos y su cuerpo quemado en una cava cerca de Pinamar.
Cabezas había logrado una fotografía clave de Yabrán en la playa de Pinamar en febrero de 1996, para la revista Noticias. Esa imagen rompió parte del anonimato que rodeaba al empresario y detonó la ira del poder que lo protegía.
La muerte del fotógrafo despertó una ola de indignación ciudadana, movilizaciones y reclamos de justicia que sacudieron el sistema político y judicial argentino.
En febrero del año 2000, algunos autores materiales del crimen fueron condenados a prisión perpetua; sin embargo, con el correr del tiempo, muchos de ellos recuperaron la libertad o fueron beneficiados por reducciones de condena.
La caída y el desenlace
Con la presión judicial y mediática en aumento, el 16 de mayo de 1998 el juez federal de Dolores, Luis Macchi, dictó un pedido de captura nacional e internacional contra Yabrán.
El 20 de mayo de 1998 fue localizado en la estancia San Ignacio, cerca de la localidad de Aldea San Antonio, Entre Ríos. Allí se quitó la vida de un escopetazo. La versión oficial fue de suicidio, aunque surgieron diversas hipótesis que plantean que podría haber sido inducido o forzado.
El cuerpo era irreconocible a simple vista por la quemadura y los daños, lo que alimentó aún más leyendas y teorías conspirativas.
El legado y las sombras que persisten
A más de dos décadas de los hechos, el nombre de Yabrán sigue siendo símbolo de la impunidad empresarial-política en Argentina. Su estrategia de poder —oscuridad, corporativismo, enlace con el poder político— ha sido estudiada como ejemplo de cómo funciona un entramado de negocios, Estado y control social.
Por su parte, el asesinato de Cabezas representó un antes y un después para la prensa argentina, generando conciencia del riesgo que corre el periodismo cuando se enfrenta al poder económico y político.
Su familia heredó sus empresas e inmuebles, pero se mantuvo fuera del foco público y lejos del epicentro mediático que él habitaba.
¿Por qué sigue siendo relevante?
Porque plantea preguntas fundamentales sobre la transparencia empresarial y la concentración de poder privado en las esferas públicas.
Porque recuerda la relación entre medios, impunidad y derechos humanos, especialmente el derecho a informar y a ser informado.
Porque la “historia Yabrán” demuestra que los símbolos de impunidad no siempre caen por la fuerza de la justicia, sino por su propia contradicción, por el peso de su opacidad y por la presión ciudadana.
Redacción: Diario Inclusión.









