Durante el último año, los intentos de fraude digital en Argentina aumentaron un 300%, según datos de la empresa de ciberseguridad Kaspersky. La cifra supera ampliamente el promedio regional y refleja una tendencia alarmante: los ciberdelincuentes perfeccionan sus técnicas para engañar a usuarios desprevenidos, sin importar edad, nivel educativo o experiencia tecnológica.
Las modalidades más frecuentes incluyen correos electrónicos falsos que simulan provenir de empresas de envíos como Andreani, FedEx o Mercado Libre. Estos mensajes alertan sobre paquetes retenidos o pagos pendientes, y redirigen al usuario a sitios falsos donde se solicitan datos personales y bancarios. Aunque el diseño de estas páginas suele ser rudimentario, logran su cometido gracias al apuro o la distracción de las víctimas.
Otra técnica en auge es el uso de anuncios pagos en buscadores como Google. Los estafadores invierten en publicidad para que sus sitios fraudulentos aparezcan entre los primeros resultados de búsqueda. Incluso utilizan herramientas como Google Business para simular legitimidad, con direcciones, teléfonos y reseñas falsas que refuerzan la apariencia de empresas reales.
Las redes sociales también se han convertido en terreno fértil para el engaño. En plataformas como Instagram y X (ex Twitter), se promocionan “Mystery Boxes” con productos premium a precios irrisorios. Las publicaciones incluyen videos, testimonios y estética profesional, pero tras el pago, el producto nunca llega y la cuenta desaparece.
Un informe técnico de la consultora OSINT identificó más de 200 páginas fraudulentas que operan bajo este esquema, muchas con pasarelas de pago que activan suscripciones automáticas difíciles de cancelar. El usuario no solo pierde dinero, sino que queda expuesto a débitos periódicos sin control.
Los especialistas coinciden en que la clave para evitar estas estafas es la atención. Desconfiar de ofertas demasiado buenas, verificar enlaces antes de hacer clic y evitar compartir datos sensibles en sitios no verificados son medidas básicas pero efectivas. La educación digital y la conciencia sobre los riesgos son hoy más necesarias que nunca.
Redacción Diario Inclusión