En una entrevista poco habitual para el mundo tech, Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI y creador de ChatGPT, expresó su inquietud por los efectos psicológicos que podría generar el uso intensivo de la inteligencia artificial. “La IA va a tener efectos negativos en la salud mental”, afirmó durante su participación en el pódcast “This Past Weekend”, conducido por el comediante Theo Von.
Altman relató una experiencia personal con GPT-5, el próximo modelo de OpenAI, en la que se sintió “inútil” al recibir una respuesta perfecta de la IA a una pregunta que él no pudo resolver. “No creo que sepamos exactamente cómo se va a sentir eso. Solo tienes que afrontarlo paso a paso”, reflexionó, reconociendo el impacto emocional que puede tener incluso en los propios desarrolladores.
Uno de los focos de su preocupación es la creciente dependencia emocional hacia los asistentes conversacionales. “Mucha gente habla con ChatGPT todo el día. Hay quienes lo usan como si fuera una pareja”, advirtió, y comparó este fenómeno con los efectos nocivos que las redes sociales han tenido en la salud mental de los jóvenes.
Altman también puso sobre la mesa la necesidad urgente de establecer marcos legales que protejan la privacidad de los usuarios. “Creo que deberíamos tener el mismo concepto de privacidad para tus conversaciones con la IA que tenemos con un terapeuta”, sostuvo, en referencia al uso cada vez más íntimo y personal de estas herramientas.
Durante la charla, también se abordaron riesgos emergentes como la posibilidad de que los sistemas de IA desarrollen lenguajes propios incomprensibles para los humanos o que engañen a los usuarios, temas que ya han sido advertidos por expertos como Yoshua Bengio.
El CEO de OpenAI comparó el momento actual con hitos históricos como la invención del transistor o el nacimiento de las computadoras. “Hemos descubierto algo extraordinario que va a cambiar el curso de la historia humana”, concluyó, aunque reconoció que aún no se conocen del todo sus consecuencias.
Altman hizo un llamado a acelerar la colaboración entre desarrolladores y legisladores para anticiparse a los desafíos éticos, psicológicos y sociales que plantea la inteligencia artificial. “Espero que podamos aprender a mitigarlo rápidamente”, expresó con cautela.
✍️ Redacción Diario Inclusión.










