Caminar por la ciudad revisando el celular se ha convertido en una escena habitual. Sin embargo, detrás de este gesto aparentemente inofensivo se esconden riesgos que impactan en la salud física y emocional. Investigaciones realizadas en Estados Unidos, Dinamarca y Nueva Zelanda revelan que quienes utilizan el móvil al caminar enfrentan distracciones peligrosas y alteraciones en su manera de desplazarse.

El aumento del uso de dispositivos móviles ha transformado rutinas cotidianas y la forma en que las personas interactúan con su entorno. Un estudio publicado por Taylor & Francis mostró que el 69% de los españoles considera necesario reducir el tiempo dedicado al celular, aunque no siempre logra hacerlo. Esta tendencia refleja una realidad global: la conexión permanente se ha instalado incluso en actividades simples como caminar por la calle.
Los especialistas advierten que caminar con el teléfono en la mano modifica la postura y el estado de ánimo. Wayne Giang, profesor de Ingeniería en la Universidad de Florida, explicó a The New York Times que “caminar con el móvil cambia tu manera de caminar y tu postura”. Según su investigación, quienes usan el celular avanzan más lentamente y con menor percepción del entorno.
Patrick Crowley, experto en biomecánica de la Universidad Técnica de Dinamarca, señaló que las personas que caminan mirando el celular tienden a dar pasos más cortos y a pasar más tiempo con ambos pies en el suelo. Esta alteración en la marcha incrementa la probabilidad de accidentes, incluso en quienes suelen ser precavidos.
Además de los riesgos de caídas, caminar con el móvil puede generar tensión en los músculos del cuello y la espalda. La postura inclinada que adoptan los usuarios afecta el equilibrio y dificulta el flujo de peatones y vehículos, aumentando la posibilidad de incidentes en espacios urbanos.
El impacto no se limita al plano físico. Elizabeth Broadbent, profesora de Psicología de la Salud en la Universidad de Auckland, lideró un estudio sobre los efectos emocionales de esta práctica. “Cuando la gente sale a caminar sin teléfono, se siente mejor después. En cambio, quienes lo usan se sienten menos positivas, menos felices y menos relajadas”, explicó la investigadora.

La investigación incluyó a doscientos participantes divididos en grupos que caminaban con o sin celular. Los resultados fueron claros: quienes evitaron el dispositivo reportaron mayor bienestar y sensación positiva tras la caminata, mientras que los usuarios del móvil mostraron más estrés y menor satisfacción personal.
Estos hallazgos confirman que el uso del celular durante la caminata no solo reduce la atención al entorno, sino que también neutraliza los beneficios emocionales de la actividad física. Lo que debería ser un momento de relajación y desconexión se convierte en una experiencia menos placentera.
Ante este panorama, los expertos recomiendan guardar el celular durante el trayecto y aprovechar la caminata como una oportunidad para mejorar la postura, reducir el riesgo de accidentes y disfrutar del entorno. Si es necesario consultar el dispositivo, sugieren hacerlo en un lugar seguro y sin obstaculizar el paso de otros peatones.

La desconexión temporal del móvil puede ser clave para recuperar los beneficios de caminar: mejor estado de ánimo, mayor sensación de bienestar y una experiencia más saludable. En tiempos de hiperconexión, aprender a soltar el dispositivo durante unos minutos puede marcar la diferencia en la calidad de vida.
La evidencia científica deja en claro que caminar mirando el celular es un hábito que afecta tanto al cuerpo como a la mente. La invitación de los especialistas es simple: levantar la vista, recuperar la atención y disfrutar de cada paso con plena conciencia.
✍️ Redacción Diario Inclusión








