El turismo argentino atraviesa un momento delicado. A pesar de algunos repuntes puntuales, la actividad sigue sin recuperar el ritmo prepandemia. La combinación de un dólar barato, que incentiva los viajes al exterior, y la pérdida de poder adquisitivo, golpea con fuerza al sector. Según datos oficiales, en septiembre la llegada de turistas extranjeros cayó un 18,9% interanual, mientras que las salidas del país crecieron un 21,8%.
La situación se agrava con la aparición de nuevas rutas aéreas que facilitan la salida de argentinos. “Hay muchas ofertas al Caribe desde Salta y Tucumán vía Lima”, explicó Pablo Aperio, titular de Travel Services. A esto se suma un bache de actividad previo a las elecciones de octubre, que también afectó la demanda.
Uno de los sectores más golpeados es la gastronomía. Carlos Yanelli, vicepresidente de la AHRCC, señaló que la actividad cayó un 30% desde 2023. “Los clientes se restringen, comparten platos, evitan postres y vinos caros. Se vuelcan a pizzerías y bodegones”, detalló. El ticket promedio se redujo entre un 25% y 30%.
En la Ciudad de Buenos Aires, el índice de volumen físico de cubiertos vendidos está 11,87% por debajo del año pasado. Yanelli confesó que en julio su restaurante quedó por debajo del punto de equilibrio, con apenas 350 comensales en la segunda quincena.
Aldo Elías, vicepresidente de la Asociación de Hoteles de Turismo, apuntó contra la política cambiaria del gobierno de Javier Milei: “El dólar quieto nos hace caros para los extranjeros y baratos para los argentinos que se van afuera”. Esto, sumado a la inflación, genera un combo letal para el turismo interno.
La ocupación hotelera también muestra señales de alerta. Aunque en agosto hubo un leve aumento del 1,8% en pernoctaciones, la tasa de ocupación nacional cayó del 30,8% al 24,9%. La oferta de plazas se redujo un 4,9% y la demanda cayó más del 23%, según el exministro de Turismo de Salta, Mario Ernesto Peña.
El empleo formal en el sector también se resintió: se perdieron 7.940 puestos de trabajo, un 1% menos que el año anterior. La cifra podría ser mayor si se considera el alto nivel de informalidad en la actividad.
Durante el fin de semana largo de octubre, viajaron 1.440.000 personas, un 2,1% más que en 2024. Sin embargo, el gasto real cayó un 16,2%, reflejando un comportamiento más austero. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó que el gasto total fue de $262.627 millones.
De cara al verano, las reservas están entre un 15% y 20% por encima del año pasado. El encarecimiento de destinos como Brasil, Uruguay y Chile podría favorecer a Argentina. “El dólar más alto mejora la competitividad”, opinó Aperio.
Yanelli destacó que noviembre fue un buen mes en CABA gracias a eventos masivos como recitales y partidos de fútbol. Sin embargo, aclaró que se trata de alivios temporarios que no compensan la caída estructural del año.
Aunque hay señales de esperanza, el turismo nacional enfrenta un desafío complejo: atraer visitantes en un contexto de bolsillos ajustados y competencia internacional creciente. El verano será clave para medir si el repunte es real o apenas un espejismo.
✍️ Redacción Diario Inclusió










