Amazon anunció el desembarco de su servicio de internet satelital “Amazon Leo” en Argentina y otros países de América Latina. La propuesta busca competir directamente con Starlink, el sistema de SpaceX, y contempla el despliegue de más de 3.200 satélites en órbita baja, a unos 630 kilómetros de la superficie terrestre.
La comercialización en Argentina estará a cargo de DirecTV, que también operará en Chile, Colombia, Ecuador y Uruguay, mientras que en Brasil lo hará SKY. Según voceros de la empresa, el servicio será clave para “impulsar la inclusión digital en comunidades urbanas y rurales”, con aplicaciones en educación, salud, comercio y desarrollo sostenible.
Amazon promete velocidades de hasta 400 Mbps para hogares y hasta 1 Gbps para empresas, con una latencia comparable a la fibra óptica. El sistema utilizará enlaces ópticos y antenas de banda Ka. Además, se ofrecerán terminales portátiles, similares a las de Starlink, que permitirán conectividad en movimiento o en zonas remotas.
El costo estimado de la terminal estándar será de aproximadamente 400 dólares, aunque los precios variarán según el país, el tipo de cliente y el uso. También habrá una versión compacta con velocidades de hasta 100 Mbps. “Tenemos obsesión por la accesibilidad”, aseguró Bruno Henriques, líder de desarrollo de negocios para Latinoamérica del Project Kuiper.
La inversión total del proyecto asciende a 10.000 millones de dólares y comenzará con clientes residenciales, para luego expandirse al segmento corporativo. Amazon ya tiene más de 150 satélites en órbita y prevé 80 lanzamientos adicionales para completar su constelación.
En respuesta, Starlink redujo en noviembre de 2025 los precios de sus kits en Argentina. El Kit Estándar pasó de $499.999 a $374.000, mientras que el Kit Mini bajó de $189.000 a $142.500. Ambos ofrecen conectividad satelital robusta, con antenas resistentes y routers de última generación.
La competencia entre Amazon y Starlink promete transformar el acceso a internet en América Latina, especialmente en regiones donde la infraestructura tradicional aún no llega. La carrera por la conectividad global ya no es solo una cuestión de velocidad, sino también de inclusión y soberanía digital.
✍️ Redacción Diario Inclusión










