La posible salida de Carrefour de la Argentina causó un fuerte impacto en el sector minorista. Según una publicación de La Nación en junio de 2025, la cadena francesa estaría en busca de un comprador para su operación local, que incluye más de 600 sucursales y una participación histórica entre las más altas del mercado.
El movimiento se enmarca en una estrategia global de desinversión, impulsada por el CEO Alexandre Bompard, que desde 2017 lleva adelante un plan para reducir costos, enfocarse en los mercados más rentables y modernizar la estructura del grupo.
De Annecy al mundo: el imperio que nació en una encrucijada
Carrefour nació en 1960 en Annecy, Francia, cuando Marcel Fournier y los hermanos De Foray abrieron el primer autoservicio con estacionamiento, inspirados en los supermercados estadounidenses de posguerra. La fórmula —variedad de productos, precios bajos y autoservicio— revolucionó el comercio minorista.
Durante las décadas siguientes, la cadena se expandió a más de 40 países, incluyendo España, Italia, Bélgica, Polonia, China, Taiwán, Brasil y Argentina, donde desembarcó en 1982 con un hipermercado en San Isidro. Su crecimiento fue vertiginoso: absorbió marcas locales como Casa Tía, Supermercados Norte y Día, y llegó a dominar más del 30% del mercado argentino tras la fusión con la francesa Promodés en 1999.
Los síntomas de una crisis estructural
Sin embargo, el modelo de hipermercado comenzó a mostrar signos de agotamiento. En Europa, Carrefour perdió terreno frente a las cadenas de descuento como Lidl y Leclerc, mientras que el auge del e-commerce, liderado por Amazon, modificó los hábitos de consumo.
En Argentina, la empresa sufrió los efectos de la caída del consumo, el aumento de los costos y la inflación. En 2018, incluso solicitó un procedimiento preventivo de crisis, alegando pérdidas consecutivas durante tres años. Desde entonces, cambió cinco veces de gerente general y comenzó a reducir su exposición en segmentos menos rentables.
El plan Bompard: menos países, más rentabilidad
El CEO Alexandre Bompard asumió en 2017 con una consigna clara: reducir la “pesadez” del grupo. Su plan quinquenal incluyó el cierre o venta de filiales deficitarias, el impulso del comercio digital y un programa de ahorro por 2.000 millones de euros, ampliado luego a 4.000 millones con el proyecto “Carrefour 2026”.
Desde entonces, la compañía vendió sus operaciones en China (2019), Taiwán (2022) e Italia (2025), y busca centrarse solo en tres mercados estratégicos: Francia, España y Brasil. Argentina quedó fuera de ese eje prioritario: en los primeros nueve meses de 2025 aportó apenas un 4% de la facturación global, mientras que Brasil genera cinco veces más ingresos.
Además, la aplicación de la norma contable IAS 29, que obliga a ajustar los balances en economías hiperinflacionarias, le costó a Carrefour más de 600 millones de euros entre 2024 y 2025.
Un futuro incierto para su operación argentina
El futuro de Carrefour Argentina sigue siendo una incógnita. En el mercado suenan nombres de posibles interesados como Francisco de Narváez, Alfredo Coto o el grupo Cencosud (dueño de Jumbo, Disco y Vea). Cualquier operación deberá pasar por el análisis de Defensa de la Competencia, debido al impacto que podría tener en la concentración del sector.
Mientras tanto, la historia de Carrefour —que llegó a dominar el supermercadismo nacional y hoy enfrenta el desafío de redefinir su identidad global— refleja las transformaciones profundas del comercio minorista en un contexto de inflación, digitalización y competencia feroz.
Redacción: Diario Inclusión.










